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La ducha escocesa

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La ducha escocesa funciona alternando chorros de agua fría y caliente en un efecto de micromasaje superficial, combinando sus acciones de la siguiente manera:

El agua caliente y el vapor dilatan los vasos sanguíneos, provocan la transpiración, relajan los músculos y las articulaciones y hacen que la sangre y el calor fluyan hacia la superficie del cuerpo.

El agua fría por su parte constriñe los vasos, reduce la inflamación y la congestión superficiales y también producen una mayor afluencia de sangre a los órganos internos.

Acción terapéutica de la ducha escocesa

La ducha escocesa reactiva la circulación sanguínea y tonifica la piel del cuerpo, además ayuda a recuperar energía y mejorar el estado de ánimo.

Los chorros calientes deberán ser dirigidos a las zonas donde se sientan dolores musculares como puede ser la zona lumbar, el cuello o la espalda.

Los chorros fríos deberán aplicarse en las piernas, especialmente si se padece de hinchazón en tobillos y pies.
Para el abdomen lo mejor es el agua tibia a una baja presión.

La ducha escocesa también puede ser utilizada para limpiar la piel, para ello deben elegirse geles a base de romero y espliego, beneficiosas para piernas con varices y problemas circulatorios.

Los efectos tonificantes y estimulantes de la ducha escocesa son muy agradables, es ideal para combatir el estrés y un exfoliante natural que contribuye a la eliminación de células muertas.

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